El estrés y la ansiedad son sentimientos con los que diariamente podemos toparnos, puesto que el trabajo, estudios, familia, problemas, y más pueden volverse factores detonantes de estrés.
A pesar de que el cortisol, hormona del estrés, cumple con la función de mantener nuestros sentidos alertas ante situaciones de riesgo o amenazas, no siempre es así. Puesto que estas “amenazas” se presentan habitualmente como excesos de carga laboral o ansiedad antes de un examen.
El cortisol es una hormona producida por las glándulas suprarrenales, quienes se encargan de producir otras hormonas que regulan los latidos del corazón y la presión arterial.
Aunque el estrés y la ansiedad son reacciones inevitables y cruciales para la supervivencia, no se puede negar que sus síntomas son muy molestos, llegando a provocar enfermedades. Pero más allá, puede ocasionar el apego tóxico hacia ciertas costumbres o hábitos inadecuados, sobre todo alimenticios.
¿Qué es y qué produce la hormona del estrés?
Cuando nos encontramos sobre exigidos, ansiosos o con miedo, la hormona del estrés hace su aparición. Causando, generalmente, que el corazón aumente su latido, no paremos de pensar negativamente, los músculos se tensan y comenzamos a sudar.
El cortisol, junto con la adrenalina, es la respuesta defensiva y sistema de alerta del cuerpo ante estos detonantes. Que se asocian con los instintos primitivos de huir o atacar, pero esas no son necesariamente las soluciones.
Cabe destacar que el estrés es un sentimiento totalmente normal y debería desaparecer al momento que el “detonante” haya pasado o se haya ido. No obstante, hay personas que aseguran vivir en un estado de estrés y ansiedad constante, que puede ser provocado por la sobreproducción de cortisol.
En esos casos, ya se trata de un supuesto bastante riesgoso, ya que el exceso de estrés puede traducirse en: insomnio, cardiopatías, ansiedad, depresión y obesidad.
Efectivamente, los niveles altos en cortisol también pueden ser responsables de que aumentes de peso. Puesto que la producción de la hormona del estrés puede desencadenar en un aumento de apetito, lo que conocemos como “antojos nerviosos”. Y, generalmente, siempre optamos por satisfacer ese antojo con algo no muy nutritivo: frituras, cafeína, azúcar, químicos saturados, entre otros. Que suelen reconfortar por un corto periodo de tiempo y su ingesta despreocupada trae consecuencias físicas.
No obstante, repetimos nuevamente que el estrés son respuestas naturales que tiene el cuerpo, mientras no sean consecuentes. Pero, si te consideras estresada gran parte del tiempo, me alegra informarte que este puede reducirse con ciertas medidas o hábitos.
¿Cómo puedo calmar mi estrés?
Como mencioné con anterioridad, la producción excesiva de la hormona del estrés, es decir, el cortisol, provoca alteraciones molestas que pueden ir en picada.
Incluso, la Dra. Dalia Lorenzo, perteneciente al Instituto de Neurociencia de Miami, afirma que, si las glándulas transmiten demasiado cortisol, la persona se deteriorará mucho más rápido. Pudiendo llegar a padecer el síndrome de Cushing, que a su vez suele relacionarse con la diabetes y la hipertensión.
Como coach nutricional puedo garantizarte qué gran parte del problema puede reducirse considerablemente con un cambio o ciertos complementos positivos en tu estilo de vida. Muchos de ellos ya los sabemos, ya que la mayoría también son capaces de acarrear otros beneficios a tu cuerpo, mente y emociones.
Inicia una rutina de ejercicio
Indiferentemente, si se trata de caminar, trotar, correr, bailar o inscribirte en un gimnasio, el ejercicio regular es uno de los mejores reductores de estrés. Al hacer actividad física con frecuencia tu cerebro libera endorfinas y distrae tu mente de cualquier factor estresante.
Al finalizar tu rutina, sentirás una sensación de relajación y bienestar significativa. Además, si es una actividad que te apasione, será un hobby sumamente beneficioso para tu mente y corazón.
Aléjate de los malos hábitos
Un problema sumamente recurrente que debo enfrentar junto con mis pacientes es la pérdida de ciertos vicios o hábitos dañinos. Los cuales van desde el consumo de comida chatarra o callejera, adicción a la cafeína o al azúcar de las gaseosas. Hasta síndromes más fuertes como el tabaquismo o alcoholismo. Que para muchos han sido su método de reducción de estrés, ya que “reconfortan” efímeramente la ansiedad, pero al perder su efecto puede más bien maximizar la producción de cortisol.
Por tanto, un punto muy importante es tener la determinación de alejarse de estos hábitos tan perjudiciales. Que, fuera de disparar por los aires la hormona del estrés, son reconocidos por sus consecuencias extremas a futuro.
Optimiza tu alimentación
Durante los ataques de ansiedad o estrés, puede que a tu cerebro le den episodios de amnesia selectiva, anulado por completo el recuerdo de estar satisfecho. Y, desafortunadamente, recurrimos a alimentos con alto contenido de grasas industrializadas, azúcares refinados y químicos perjudiciales que, como si se tratara del tabaco, solamente otorgan una paz momentánea.
No obstante, lo más recomendable es que tengamos una charla diagnóstica personalizada donde podamos descubrir cuáles son hábitos y cómo puedes cambiarlos.
Y, con 10 años siendo nutricionista experta en coaching nutricional puedo diseñar un plan alimenticio estructurado específicamente para ti: con base en tus necesidades y propósitos. Y te puedo asegurar que, reemplazar algunas malas costumbres y atreverse a probar cosas nuevas, serán claves en la reducción de tu estrés y ansiedad.
¡Aprende cómo tener hábitos que disminuyan el estrés!
El estrés, aunque pudimos ver cómo es necesario, reconozco que produce una sensación irritante, incómoda y molesta, más aún si no sabes de donde proviene o cómo manejarla.
Como profesional en nutrición y deporte he atestiguado cómo el ejercicio regular y la alimentación adecuada juegan un rol tan importante en la salud de diferentes personas. Y, a pesar de que a veces parezca difícil acoplar estos cambios tan básicos a nuestro estilo de vida, te demostraré que no es imposible.
Recuerda que está bien ser diligente y responsable con tus deberes o asignaciones, pero los altos niveles de estrés pueden ser críticos en muchos casos. Ya que aprendimos cómo afecta tu estado de ánimo, confianza, peso, sueño, habilidades, interacción con el entorno, y la salud en general.
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